La transición de lo oral a lo escrito es la culminación de un largo viaje de sucesivas experiencia adquiridas del contexto familiar, social y educativo, que se inicia con el desarrollo de las dos caras del lenguaje, por un lado la recepción que permite entender y por otro la producción que permite expresarse, ambas no evolucionan sincrónicamente ya que dependen de mecanismos y procesos diferentes, así, un niño recién nacido puede oír, pero su capacidad fonatoria es aún inmadura.
El niño se va apropiando del lenguaje, atendiendo las reglas de un sistema de fonemas (los sonidos del lenguaje), cuya combinación en sílabas, sustantivos, verbos y otras palabras permiten la formación de oraciones.
Cada idioma es único porque selecciona y organiza sus elementos de manera única dentro de un contexto sociocultural y desarrolla sus componentes como los registros de prosodia conocidos como la música del habla, la fonología que es la organización de los fonemas, el léxico es decir el repertorio de palabras, la morfosintaxis o construcción de oraciones y la pragmática que establece las reglas de comunicación.
Dichos componentes se apoyan unos con otros, así, la prosodia puede servir como punto de apoyo para la sintaxis, ya que introduce pausas y acentuaciones dentro de las palabras facilitando las pistas para comprender las oraciones, así también las fallas en su dominio puede producir efectos en cadena: las dificultades fonológicas pueden generar dificultades en la comprensión sintáctica, el lenguaje escrito, la comunicación y/o trastornos psicoafectivos.

Es importante tener en cuenta que el lenguaje, cuya función principal es la expresión y la comunicación, incluye el habla, la expresión gestual (lenguaje de signos) y la lengua escrita. Si bien es cierto, el habla representa la modalidad preferida, el gesto y el lenguaje escrito la reemplazan en determinadas circunstancias.
El niño viene al mundo con un “conocimiento”, el de los principios universales que estructuran el lenguaje, pero no podrá desarrollarlo (organizar la información sensorial, segmentar el discurso, extraer las pistas, movilizar tu capacidad fonatoria y ordenar las unidades del habla) si no se cumplen determinadas condiciones fisiológicas, sensoriales, perceptivas, cognitivas y afectivas, de ahí la importancia de potenciar de manera constante el lenguaje.
El desarrollo del lenguaje en los niños depende de la interacción social, comunicativa con otras personas, entrenamiento motor del habla y el funcionamiento de las neuronas espejo.
Posteriormente, se establece la correspondencia entre palabras orales y escritas, promovida por todo tipo de actividades que combinan las conexiones entre lo oral y lo escrito como las canciones infantiles y las rimas, mostrando que la cadena oral se transforma en una sucesión de palabras.
“La escritura codifica en gran medida, el (sonido) oral de lo que uno dice”
Referencias
FAYOL, M. 1985. Le récit et sa construction : une approche de la psychologie cognitive, Neuchâtel, Delachaux et Niestlé.
BASSANO, D. 2007. « Émergence et développement du langage : enjeux et apports des nouvelles approches fonctionnalistes », dans É. Demont,
M.-N. Metz-Lutz (sous la direction de), L’acquisition du langage et ses troubles, Marseille, Solal, p. 13-46.

Por Milagros Del Socorro Saldarriaga Herrera

Terapista de Lenguaje
Colegio María Nicole

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